EL DIBUJO DE FERNÁNDEZ-CAVADA.
Desde el 16 de febrero y hasta el 14 de abril de 2007, Helena Fernández-Cavada presentó su obra para sitio específico intitulada Radiaciones en la Sala de Exposiciones I del espacio cultural Casa Vecina. Se trató de una obra dibujística, resuelta con base en el recurso del dibujo a muro, más la proyección sobre pared de la sombra de otros dibujos que ella realizó mediante el procedimiento del atacado con ácido sobre vidrio. La curaduría de este proyecto expositivo estuvo a cargo de Iván Edeza.Lo primero que los públicos experimentamos al ingresar al área donde se presentó Radiaciones fue una reacción de sorpresa, generada por la aparente ausencia de obra en ese espacio, puesto que una parte de la sala tenía una iluminación escasa ya que, de día, el paso de la luz natural estaba bloqueado y, de noche, tampoco se permitía la entrada de la luz del exterior. Y también debido a que en la otra área de la sala no se advertía, de inicio, la presencia de los múltiples e intrincados dibujos que estaban trazados en paredes y muretes. La sorpresa daba paso a la curiosidad, reacción prevista por la autora a manera de acicate para afinar nuestra mirada. En efecto, más que una alusión a la vacuidad tan invocada durante los tiempos de los posmodernismos originarios, y todavía ahora, la cadena de llamados a la sensibilidad estética de los públicos ante la apariencia de vacío, tuvo el propósito de incitarnos a descubrir los componentes de su obra. A evitar que permanezcamos pasivos ante el “ver” como el mero empleo inconsciente de un sentido, y conducirnos al “mirar”, acción entendida en este caso como la utilización consciente de la capacidad humana de la vista, sumada al hecho de emplearla de manera volitiva y, además, con atención.
En la parte que estaba en semipenumbra se descubría la proyección de unos dibujos que difícilmente eran perceptibles en el vidrio en el que estaban trazados pero que, merced a una luz dirigida, devenían revelados ante nuestras miradas; mas no de manera directa, sino mediante sus sombras. Y, en el área contigua, paulatinamente se descubría la vastísima presencia de cráneos, vértebras y otros huesos humanos dibujados en las paredes, formando intrincadas, rítmicas y armónicas concatenaciones. Pero, una vez que nuestra vista se había habituado a descubrir la sutileza y precisión de las líneas y las formas, nuestra mirada resultaba impugnada, una vez más, ante su imposibilidad de abarcar la totalidad del conjunto dibujístico, ya no digamos desde algún punto de mira privilegiado, sino por la ubicación a una altura considerable de algunas partes del extenso dibujo a muro. La respuesta sensible, en este caso, no estaba exenta de insatisfacción. Sin embargo, el propósito de Fernández-Cavada no era el de incrementar nuestras frustraciones (ya fuese como individuos o como sociedad), sino la de hacer patente su postura crítica ante el desmedido regodeo de la visualidad en Occidente.
En efecto, luego de haber presenciado Radiaciones, muchos nos cuestionamos acerca de los excesos de evidenciar lo que no es perceptible con la vista. Es decir, de la radiografía y del uso de tecnologías en aeropuertos y pasos fronterizos que permiten la revisión de personas y sus equipajes, asuntos que la artista ha abordado en otras obras de su autoría. Pero, también, esta pieza nos conminó a tener presente el carácter efímero que tiene el acto de mirar, así como el papel fundamental que adquiere la memoria como registro no pocas veces el único disponible, por más que abunden cámaras digitales y teléfonos con cámara, por ejemplo de lo que, de suyo, es fugaz. Lo anterior resultó subrayado debido a la imposibilidad de documentar la totalidad de esta obra (de hecho, fotografiarla devino técnicamente complejo) y, asimismo, en tanto que su único fragmento objetual que se preservará será el vidrio con dibujos al ácido. Amén de efectos como los mencionados, esta obra para espacio específico revistió una importancia concreta en cuanto a lo propiamente artístico, al haber constituido una evidente apropiación, recuperación y puesta al día del género del dibujo. Y una feliz solución a un considerable reto de tipo técnico, formal y dimensional.
Carlos Blas-Galindo