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MARCUS STEINWEG
 

AFIRMACÓN DEL CAOS: ARTE & FILOSOFÍA TRADUCCIÓN DEL ALEMÁN DE RAFAEL CAPURRO

(Excerpt)

Quiero responder a tres preguntas:

1. ¿Qué es filosofía?
2. ¿Qué es arte?
3. ¿Cuál es la relación entre arte y filosofía?


1. La filosofía se mantiene alejada lo más posible del fantasma del hablar completo, del logos de las certezas de hecho también llamadas doxai. Sólo existe filosofía mientras se oponga al fantasma de la autoposesión, mientras realice un movimiento primordial de autoapropiación, mientras comprenda que lo no comprendido habita en el corazón del logos. El logos es apertura al caos, el sujeto del logos está sólo consigo mismo en tanto que está fuera de sí, más allá de sí. Esta es la locura del logos, su hiperbolismo, el hecho de que exista sólo como roce de sus límites: “El hombre”, escribe Hans Blumenberg, “está ligado por su origen al principio de la superfluidad, del lujo. El andar erguido es lujurioso desde el primer momento: ver lo que no está todavía presente, lo que no tiene todavía ninguna necesidad inminente, ejercitar la previsión respecto a lo que es sólo una posibilidad abstracta, una amenaza o un aliciente potencial, todo esto es siempre asunto de un costo demasiado grande y no por casualidad también el comienzo de todas las agresiones así como la posibilidad de su fin.” Al sujeto del logos le pertenece esta abundancia, esta exageración, este ser demasiado, la transcedencia de su situación momentánea. Existe un sujeto sólo como este hiperbolismo de una “naturaleza” que va más allá de si misma.
La filosofía no es anacrónica, es diacrónica. Ella atraviesa el tiempo sobredeterminado social-, política-, económica- y culturalmente. La filosofía conoce su propia velocidad. A veces su aceleración radica en la reserva, en una cierta distancia con respecto a los problemas del tiempo. A veces la filosofía acelera en tanto retarda, en tanto se desacelera o se hace la muerta. El poder de la filosofía radica en esta aceleración que es algo diferente de lo opuesto a la desaceleración. La autoaceleración de la filosofía se refiere a su apertura con respecto a la dimensión de lo no decidido, del futuro, de la contingencia. La autoafirmación del sujeto filosófico como sujeto de esta apertura es una afirmación necesariamente precipitada. El sujeto afirma lo que no conoce. La autoaceleración de la filosofía es esta precipitación. ¿Quién cree que dicha precipitación no existe también como abstinencia de su tiempo, como discreción con respecto al espíritu de la época (“Zeitgeist”), mientras que las coerciones de aceleración de este último contribuyen a la fijación de realidades establecidas? Existe una filosofía sólo como filosofía de la afirmación. Una afirmación es siempre algo precipitado, exagerado y descabellado; y sin embargo ella conoce su precisión propia.

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