Liliana Porter
30 May - 20 Jul 2007
LILIANA PORTER
"To See Red"
La galería Espacio Mínimo cierra la temporada actual con la quinta exposición individual que programa –la tercera en su espacio madrileño- de la artista argentina afincada en New York LILIANA PORTER, que lleva por título To See Red.
Para esta muestra LILIANA PORTER ha creado una serie de nuevas pinturas en las que no dibuja o serigrafía los objetos en el lienzo, sino que éstos, reales, tridimensionales, inundan el cuadro insertos en un magma de color uniforme, rojo como el título de la exposición o azul intenso, inquietantes restos de naufragio que, como el resto de sus obras, esconden, bajo una capa de falsa ingenuidad, un transfondo agridulce cada vez más amargo.
Una vez más, en estas nuevas pinturas, la artista juega a confundir al espectador, a camuflar sus verdaderas intenciones consciente de que todas las cosas tienen el potencial de muchos significados, que de lo inofensivo a los terrible, de lo gracioso a lo triste, existe una frontera estrechísima que acerca más que separa. Lo mismo que en sus nuevos trabajos fotográficos en los que, sobre sus característicos fondos monócromos, juguetes, fetiches o figuritas inanimadas enfrentadas a similares objetos, a su propio reflejo en un espejo o a la mirada directa del espectador, componen una suerte de diálogo que se constituye, en palabras de Ana Tiscornia, en un ejercicio metalingüístico enfocado en el cuestionamiento de la frontera entre la realidad y su representación o más ajustadamente su enunciación.
En estos trabajos, como escribió Gerardo Mosquera, Porter se dedica ahora a retratar a sus personajes reforzando un sentido de su presencia real, legitimando “documentalmente” la humanidad que siempre tuvieron. Son fotos muy cuidadas, verdaderos retratos de estudio de los juguetes, souvenirs, adornos Kitsch y demás figuras usadas por ella. Es tan así que a veces los personajes parecen posar, y hasta haberse vestido para la ocasión.
Junto a las pinturas y las fotografías se muestran sus más recientes esculturas en los que el tema, en palabras de la autora sigue siendo (...) el diálogo. El diálogo entre seres disímiles, o mejor dicho, entre seres de la ficción (juguetes o figurines varios). Un diálogo entre representaciones. Pero entonces, ¿qué se dicen? ¿qué piensan? ¿qué interrogan? Son representaciones de representaciones, pero todo lo es. No dicen nada, pero en principio nada dice nada. Luego vendrán los subtítulos, las traducciones, los significados, las explicaciones. La fotografía, con su pretensión de objetividad y los objetos mismos, son índice de una precisión cuyo último significado nos esquiva. Pero es en ese punto donde comienza toda creación. Es en la interpretación del simulacro. La experiencia estética, dijo Borges, es la inminencia de una revelación. Ojalá.
La exposición se completa con la proyección de Fox in the Mirror / El zorro en el espejo, la tercera y, por el momento, última obra en formato cinematográfico de LILIANA PORTER, en cuya producción ha colaborado la galería y que está concebida como un concierto. Un concierto en el sentido literal (la idea de un espectáculo musical) y en el sentido figurado (la idea de situaciones que suceden al mismo tiempo).
Los protagonistas de la obra son personajes y objetos inanimados: pequeñas figuritas de cerámica, terracota, vidrio o plástico que representan a músicos, bailarines y cantantes. Algunas tienen su propio movimiento mecánico y otras son personajes de cera, velas encendidas. Hay también soldados de plomo y de plástico, relojes de pulsera, un pato de juguete, tijeras, una cinta de medir en forma de canguro, una jarra que es un oso, un salero, una regla, una postal de Magritte, un par de portalibros de metal, una escultura china de yeso pintado, un reloj de madera en el que constantemente son las 4 de la tarde y la aparición ocasional de una mano humana.
En la película, que está estructurada en los siguientes segmentos: Preliminares - Ensayo - Primera Parte - Intervalo y Segunda Parte, la música es esencial pues completa el sentido final de las imágenes que recrean situaciones breves, aparentemente incongruentes, que de alguna manera aluden a temas como el tiempo, el lenguaje, el amor, la ausencia, y también la violencia y la muerte y en las que suelen converger emociones o sentimientos contrarios (lo gracioso con lo trágico, lo familiar con lo incomprensible, lo literal con lo metafórico...)
"To See Red"
La galería Espacio Mínimo cierra la temporada actual con la quinta exposición individual que programa –la tercera en su espacio madrileño- de la artista argentina afincada en New York LILIANA PORTER, que lleva por título To See Red.
Para esta muestra LILIANA PORTER ha creado una serie de nuevas pinturas en las que no dibuja o serigrafía los objetos en el lienzo, sino que éstos, reales, tridimensionales, inundan el cuadro insertos en un magma de color uniforme, rojo como el título de la exposición o azul intenso, inquietantes restos de naufragio que, como el resto de sus obras, esconden, bajo una capa de falsa ingenuidad, un transfondo agridulce cada vez más amargo.
Una vez más, en estas nuevas pinturas, la artista juega a confundir al espectador, a camuflar sus verdaderas intenciones consciente de que todas las cosas tienen el potencial de muchos significados, que de lo inofensivo a los terrible, de lo gracioso a lo triste, existe una frontera estrechísima que acerca más que separa. Lo mismo que en sus nuevos trabajos fotográficos en los que, sobre sus característicos fondos monócromos, juguetes, fetiches o figuritas inanimadas enfrentadas a similares objetos, a su propio reflejo en un espejo o a la mirada directa del espectador, componen una suerte de diálogo que se constituye, en palabras de Ana Tiscornia, en un ejercicio metalingüístico enfocado en el cuestionamiento de la frontera entre la realidad y su representación o más ajustadamente su enunciación.
En estos trabajos, como escribió Gerardo Mosquera, Porter se dedica ahora a retratar a sus personajes reforzando un sentido de su presencia real, legitimando “documentalmente” la humanidad que siempre tuvieron. Son fotos muy cuidadas, verdaderos retratos de estudio de los juguetes, souvenirs, adornos Kitsch y demás figuras usadas por ella. Es tan así que a veces los personajes parecen posar, y hasta haberse vestido para la ocasión.
Junto a las pinturas y las fotografías se muestran sus más recientes esculturas en los que el tema, en palabras de la autora sigue siendo (...) el diálogo. El diálogo entre seres disímiles, o mejor dicho, entre seres de la ficción (juguetes o figurines varios). Un diálogo entre representaciones. Pero entonces, ¿qué se dicen? ¿qué piensan? ¿qué interrogan? Son representaciones de representaciones, pero todo lo es. No dicen nada, pero en principio nada dice nada. Luego vendrán los subtítulos, las traducciones, los significados, las explicaciones. La fotografía, con su pretensión de objetividad y los objetos mismos, son índice de una precisión cuyo último significado nos esquiva. Pero es en ese punto donde comienza toda creación. Es en la interpretación del simulacro. La experiencia estética, dijo Borges, es la inminencia de una revelación. Ojalá.
La exposición se completa con la proyección de Fox in the Mirror / El zorro en el espejo, la tercera y, por el momento, última obra en formato cinematográfico de LILIANA PORTER, en cuya producción ha colaborado la galería y que está concebida como un concierto. Un concierto en el sentido literal (la idea de un espectáculo musical) y en el sentido figurado (la idea de situaciones que suceden al mismo tiempo).
Los protagonistas de la obra son personajes y objetos inanimados: pequeñas figuritas de cerámica, terracota, vidrio o plástico que representan a músicos, bailarines y cantantes. Algunas tienen su propio movimiento mecánico y otras son personajes de cera, velas encendidas. Hay también soldados de plomo y de plástico, relojes de pulsera, un pato de juguete, tijeras, una cinta de medir en forma de canguro, una jarra que es un oso, un salero, una regla, una postal de Magritte, un par de portalibros de metal, una escultura china de yeso pintado, un reloj de madera en el que constantemente son las 4 de la tarde y la aparición ocasional de una mano humana.
En la película, que está estructurada en los siguientes segmentos: Preliminares - Ensayo - Primera Parte - Intervalo y Segunda Parte, la música es esencial pues completa el sentido final de las imágenes que recrean situaciones breves, aparentemente incongruentes, que de alguna manera aluden a temas como el tiempo, el lenguaje, el amor, la ausencia, y también la violencia y la muerte y en las que suelen converger emociones o sentimientos contrarios (lo gracioso con lo trágico, lo familiar con lo incomprensible, lo literal con lo metafórico...)