Max Estrella

Eugenio Ampudia

12 Sep - 03 Nov 2007

© Eugenio Ampudia
El perro de Tonetty
Aluminium
Real dimensions
EUGENIO AMPUDIA
"La verdad es una excusa"

La verdad es una excusa, segunda exposición individual de Eugenio Ampudia en Max Estrella, amplía y ensancha los motivos y temas centrales de realización del artista a la vez que activa modos distintos y específicos de gestión técnica y disciplinar. En el tiempo transcurrido desde finales de 2003, fecha de su anterior muestra madrileña, hasta hoy, puede decirse que Ampudia ha querido extremar una de las apreciaciones críticas respecto a su labor, aquella que consideraba su complejidad lingüistica íntimamente ligada a la imposibilidad del arte para ser transformado en algo más que sí mismo.
La verdad es una excusa, como la pieza a la que debe el nombre, habla del arte, de su lenguaje transmisor y de los interlocutores que intervienen en el discurso, pero habla también o igualmente de asuntos que nos atañen al margen del arte mismo, así la identificación con una identidad concreta y determinada, la memoria y sus vínculos con lo real, lo acompasado del fracaso... y lo cadencioso y constante del naufragio. Y lo hace articulando disciplinas clásicas -la escultura y el dibujo- con estipulaciones sino ajenas, sí que contravienen las normas y usos habituales, a la vez que participan del ámbito de la instalación y la construyen mediante tecnologías actuales. Sus dibujos a tinta o realizados con pegamento, responden más a una tradición de lo nuevo -la figura de Duchamp duerme en sus anaqueles desde el siglo pasado-, que a los avatares de lo coetáneo. Implican, una vez más, al espectador y, sobre todo, al propietario, que, al paso del tiempo, verá crecer la imagen del dibujo con el polvo, la piel descamada y otras adherencias extraartísticas.
En la puerta de la galería mea El perro de Tonetty -ya lo hizo antes en la fachada del Museo Artium de Vitoria- y marca su territorio como el artista marca su sitio y señala sus propiedades. La relación de Ampudia con los perros es antigua, su presencia en su trabajo permanente. Es más, la leyenda al pie de un esbozo de un perro echado en una playa, dicta: La verdad es una excusa.
La playa, y aún más los ciudadanos que empezaron a frecuentar la orilla del mar para su solaz y descanso, están en el origen mismo de la modernidad pictórica que Ampudia convierte en protagonista de su video-instalación Impression. Soleil levant. En efecto, el visitante pisa la arena de la playa y contempla el triste pecio que las protovanguardias despositan en la arena: El origen del mundo, de Courbet; la Olimpia y El almuerzo campestre, de Manet; La habitación de Arlés, de Van Gogh y Arearea, de Gauguin. Imágenes que aunque desapareciesen físicamente arribarían permanentemente al borde de nuestro conocimiento.
Para Ampudia no hay verdad incontrovertible y todo, tanto nuestro sistema de creencias como la memoria puesta en el pasado próximo o lejano, incluso la percepción y observaciones que efectuamos responden a un engaño conceptual: no existe lo verdadero, sino un punto de vista, un emplazamiento respecto a lo real. De ahí que la verdad cambie con solo una mudanza elemental de los dispositivos de la realidad.
El video de La verdad es una excusa mediante el simple mecanismo de invertir el sentido de la proyección cinematográfica "devuelve" a los exiliados españoles de la Guerra Civil a su lado propio de la frontera, los hace regresar a casa ante nuestros ojos y pone en evidencia, mayor y más sangrienta, la crueldad de su destino histórico y su paralela hermandad con los exiliados contemporáneos. Los cojos andan hacia atrás, los niños beben las lágrimas de sus ojos, los guardias franceses recuperan un coche caído o volcado y el paso de Le Perthus reintegra a España españoles que nunca dejaron de serlo.
Por el suelo, instrumentos mecánicos, robots a medio camino entre la pistola y el coche infantil "hacen puré", en palabras del artista, frases del Hiperion -ese muchacho devastado por la guerra y la naturaleza humana- de Hölderlin: "Las olas del corazón no estallarían en tan bellas espumas, ni se convertirían en espíritu, si no chocaran con el destino, esa vieja roca muda."
 

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